Cuando somos la náusea del que busca una razón en caída libre o un madero rompiendo una copa de cristal… cuando nos acusan de llorar al matar nuestros recuerdos, que persisten como tu mirada al final de mi ventana. Cuando somos la mazmorra que esconde al asesino y se deja llevar por las hojas secas… cuando mueres de ganas de vivir enmarcado sobre la mesa de noche, cuando te da lo mismo ser cara o sello, fuego o tierra… memoria o silencio.
Cuando somos la soga que sostiene el miedo al borde de un barranco o el tatuaje de los dioses desterrados… cuando las heridas te sostienen y la sal te busca a tientas en una carcajada. Cuando somos la mitad de la tristeza que cabe en una palma y te quema el pulso… cuando anuncian la enfermedad del viento… que silba sobre calles y nucas huérfanas… que exigen un abrazo y una despedida a la mañana.
Cuando somos una plaga de nostalgias, un laberinto de razones en el funeral de la rabia… un puñado de plegarias escondidas bajo la cama.
Cuando somos la soga que sostiene el miedo al borde de un barranco o el tatuaje de los dioses desterrados… cuando las heridas te sostienen y la sal te busca a tientas en una carcajada. Cuando somos la mitad de la tristeza que cabe en una palma y te quema el pulso… cuando anuncian la enfermedad del viento… que silba sobre calles y nucas huérfanas… que exigen un abrazo y una despedida a la mañana.
Cuando somos una plaga de nostalgias, un laberinto de razones en el funeral de la rabia… un puñado de plegarias escondidas bajo la cama.
R.A.