viernes, 15 de mayo de 2009

Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar...


Al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio....

Ni soy sabia ni he encontrado labios que saquen de quicio... así que en ese afán de creer, tan sólo eso CREER que algún día la vida sería benevolente conmigo y me toparía desafiando el oleaje sin timón ni timonel encontrando esos labios que arrebataran mis sentidos y mi mente; me he quedado esperando y esperando siempre a que algo pase, a que algo suceda a que mi bocanada de aire me llene los pulmones y que por fin no sean sólo pensamientos y palabras, sino saliva, piel y sudor...

Pero la realidad es otra y se me estampa una vez más en la cara y no queda sino sólo un corazón de viaje, triste como isla sin puerto... creyendo q tal vez un día una ola rozará su orilla.

1 comentario:

  1. Esta vez empece del revés
    primero fue un “vente conmigo”
    antes de esperar dos o mas citas
    y algunos meses,
    como era de suponerse
    me mando al carajo
    tras pensar que había tenido deliriums tremens.

    Cuando se lo repetí a la cara
    entonces concluyó que me faltaban varias tuercas
    o que me había escapado de alguna sanatorio mental
    ¿cómo podía haberle dicho “vente conmigo”?
    si apenas la había visto un par de veces,
    no se, ni quiero saberlo.

    Lo que puedo saber, es saber lo que dije,
    aunque seguiré discutiendo con los espejos,
    con las sábanas mudas, con las almohadas vacías,
    cada noche me estoy convenciendo
    de que lo único que siempre tendré que perder
    es el miedo a la cobarde caricia de la soledad.

    Contra todo pronóstico
    unas semanas más tarde la cite,
    después de retrasar cinco minutos mi reloj,
    con una duda en el bolsillo
    apure el paso a su encuentro,
    y vaya la sorpresa
    estaba bajo la hora acordada.

    Mirando el reloj
    y con un reproche por delante
    parecía impaciente,
    aquel escote negro, el labial y el bolso en la mano
    querían decirme algo
    pero no pude descifrarlo.

    Con un “has llegado tarde”
    y una risa en los labios
    llegamos a la superficie,
    era un mañana gris
    pero no como todas,
    después de dar dos vueltas
    llegamos al mil y tantos de la avenida,
    seis pisos atraparon el miedo claustrofóbico
    que habrá sido como arrojarse de un avión sin paracaídas.

    El seiscientos uno abrió por fin su puerta indecente
    tras repetir mas de cinco veces la misma canción,
    entre humo, besos y vasos,
    la duda perdió la razón
    y descubrí el secreto que guardaba bajo la blusa.
    Si el pecado tuviera un mapa
    empezaría por tu boca, que no se si será mía
    pasaría por tu cuello y terminaría abajo del ombligo,
    así que sin esperar nada a cambio
    me regalaste un trozo de ese mapa del deseo.





    Te he estado extrañando tanto
    como se extrañan las palabras
    que nunca escribiré,
    como un día sin alguna frase
    tan gastada de sabina,
    como un taxi de ida
    a la doscincuenta y tres.

    Te he estado buscando tanto
    como se busca un beso
    en mitad del camino,
    como un café a prisa
    al salir de la oficina,
    como un regresa conmigo
    como un si,
    saliendo de tus labios
    como un te necesito impaciente
    como una amenaza
    de vuelta hacia el sur.

    Te he estado soñando tanto
    como se sueña una noche
    con lluvia y luna,
    como la vida que nunca
    tendré,
    como el tiempo
    que nunca me diste.

    Te he estado pensando tanto
    como se piensa en tus ojos
    mirando el reloj,
    como tus pasos
    en las escaleras,
    como en la almohada
    que nunca compartimos.

    Te he estado extrañando tanto
    que ya no se ni como extrañarte.

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